
Gerry Cervantes
El show de medio tiempo del Super Bowl de este año no solo fue un espectáculo musical, sino una lección maestra en simbolismo y resistencia. Kendrick Lamar, sin necesidad de discursos explícitos o declaraciones incendiarias, logró plasmar en el escenario la fractura social que atraviesa Estados Unidos. Con un mensaje poderoso, casi subliminal, dejó claro que el arte puede ser la herramienta más efectiva para desafiar el status quo.
En un momento clave de su presentación, Lamar interpretó HUMBLE., y en el fondo del escenario, la bandera estadounidense estaba partida a la mitad. Un mensaje simple pero brutalmente claro: un país polarizado, dividido hasta su esencia. Y mientras esto ocurría, en las gradas del estadio, observaba Donald Trump, el mandatario que simboliza gran parte de esa división. Lamar no necesitó gritar consignas ni portar camisetas con mensajes explícitos; el mensaje estaba ahí, frente a millones de espectadores, sin posibilidad de ser censurado.
Y es ahi donde esta la magia de la interpretacion de los simbolos, ese conjunto de signos que por si solos puede solo significar un espacio en blanco, en conjunto con el pensar colectivo de la sociedad, los convierte en estas armas donde se puede plasmar un mensaje contestatario y fuerte.
El arte, cuando se usa con inteligencia, puede ser más letal que un discurso encendido. Kendrick Lamar lo sabe y lo demostró en el escenario del evento más visto de lo que va del año. El impacto de sus símbolos no fue inmediato, pero está diseñado para permear en la conciencia colectiva, para instalarse en la psique de la sociedad sin pedir permiso. La imagen de una bandera partida en dos no puede ser prohibida, la ironía de un Tio Sam afroamericano criticando el rap, no puede ser censurada, y la frase “sit down, be humble” lanzada en un país que se desmorona, no puede ser ignorada.
Los críticos pueden argumentar que el rapero no hizo un acto de protesta abierto, pero su mensaje fue más profundo. En lugar de recurrir a gestos directos que habrían sido desestimados o atacados por la prensa y la Casa Blanca, Lamar apostó por la sutileza. Y esa estrategia es la que lo convierte en un artista con una conciencia política aguda, capaz de desafiar al poder sin necesidad de confrontarlo directamente.
El simbolismo del show de Kendrick llega en un momento crítico para Estados Unidos. La llegada al poder nuevamente de Donald Trump y el país dividido en dos bloques irreconciliables. Por un lado, el ala conservadora encabezada por figuras como el precidente, que han exacerbado la polarización con su retórica agresiva. Por otro, un sector progresista que intenta encontrar formas de resistencia en una sociedad donde el discurso se ha convertido en un campo de batalla.
Lamar, a través de su actuación, no solo señaló la fractura, sino que también hizo un llamado implícito a la reflexión. Su mensaje de “humildad” no fue casualidad, sino un recordatorio de que el poder no debe ser ejercido con soberbia, sino con responsabilidad. Pero, ¿cuántos realmente entendieron el mensaje?
Más allá del show del Super Bowl, Lamar tiene un historial de utilizar su música y su presencia para transmitir mensajes de resistencia. No es casualidad que sea el único rapero en la historia en ganar un premio Pulitzer por su álbum DAMN.. Tampoco es coincidencia que su discografía esté cargada de letras que denuncian la brutalidad policial, el racismo sistémico y la desigualdad social en Estados Unidos.
Sus números hablan por sí solos:
- 22 premios Grammy, incluyendo cinco este año por su canción Not Like Us.
- 6 álbumes de estudio y un soundtrack aclamado para Black Panther.
- Más de 80 millones de oyentes mensuales en Spotify.
- $200,000 donados a iniciativas comunitarias en Los Ángeles tras un concierto benéfico.
No es solo un rapero, es un narrador de su tiempo, un artista que entiende el peso de su voz y lo usa con precisión quirúrgica.
El impacto de su presentación
Las redes sociales se encendieron tras la presentación de Lamar. Mientras algunos espectadores criticaban la falta de espectacularidad en comparación con shows pasados, otros comenzaron a analizar los detalles del mensaje oculto en cada elemento de la puesta en escena. La imagen de la bandera dividida, el uso del personaje del Tio Sam y la elección de canciones con alto contenido social, y el cierre del conflicto que tiene con Drake durante el ultimo año, llamandolo pedofilo en cadena nacional, fueron el verdadero punto de conversación.
A diferencia de espectáculos previos, este show no se centró en la pirotecnia o los efectos visuales deslumbrantes, sino en el contenido. Un espectáculo que no busca el aplauso fácil, sino la reflexión. Y en un país donde la confrontación política es parte del día a día, una presentación así era más que necesaria.
Kendrick Lamar no necesita pancartas ni discursos incendiarios para hacer una declaración política. Su show en el Super Bowl fue la prueba de que la resistencia, cuando es inteligente y estratégica, es más efectiva que el enfrentamiento directo. En un país fracturado, donde la cultura afroamericana sigue siendo vista como un “ghetto” por las élites, Lamar usó el escenario más grande del mundo para recordar que la historia de la resistencia también es la historia de Estados Unidos.
La pregunta ahora es: ¿cuántos entendieron el mensaje? ¿Cuántos se darán cuenta de que la revolución no siempre se televisa con violencia, sino con inteligencia? El show de Lamar quedará marcado como uno de los más simbólicos en la historia del Super Bowl, y su impacto se sentirá mucho después de que las luces del estadio se hayan apagado.
🔹 #SuperBowl2025 #KendrickLamar #ResistenciaSilenciosa #EEUUDividido
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